martes, 31 de marzo de 2009

LA CREACION DEL MUNDO

Según las creencias guanches, Guayota vivía en el interior del volcán Teide (Echeyde, el infierno), Guayota era el demonio, el rey del mal.
Según la leyenda, Guayota secuestró al dios Magec (dios de la luz y el sol), y lo llevó consigo al interior del Teide. Los guanches pidieron clemencia a Achamán, su dios supremo. Achamán consiguió derrotar a Guayota, sacar a Magec de las entrañas de Echeyde y taponar el cráter. Dicen que el tapón que puso Achamán es el llamado Pan de Azúcar, el último cono, de color blanquecino, que corona el Teide.
Después según sus creencias un terremoto separó o fraccionó la isla de Echeide, hasta que se crearon las siete Islas Canarias.
Tyterogaka (Lanzarote), Erbane (Fuerteventura), Tamarán (Gran Canaria), Achined (Tenerife), Gomera (La Gomera), Benahoare (La Palma) y Ezeró (El Hierro).
Desde entonces Guayota permanece encerrado en el interior del Teide, cuándo el Teide entraba en erupción, era costumbre que los guanches encendieran hogueras con el fin de espantar a Guayota. Otra versión dice que esas hogueras servían para que si Guayota lograba salir de Echeyde, creyera que seguía en el infierno y pasase de largo.




Fuente: www.wikipedia.es
E.Castillo para su Bitácora. 2009

Te presento a Bencomo y HABLAMOS DE LOS GUANCHES.

Bencomo fue el mencey de Taoro durante la conquista de los castellanos. Su reino estaba conformado por las tierras de la zona hoy conocida como valle de La Orotava. Bencomo lideró las fuerzas aborígenes que se opusieron a la invasión y pasó a la historia con el sobrenombre de Rey Grande. Murió en 1495, a la edad de 70 años, durante el transcurso de la batalla que tuvo lugar en La Laguna, frente a las tropas del Adelantado Alonso Fernández de Lugo.
La historia de su hijo, el mencey Bentor, ilustra la fatalidad que, para los guanches, supuso la invasión europea. Bentor o Bentorey, hijo de Bencomo, libró la última de las batallas contra el ejército castellano. Derrotado, antes de rendirse prefirió despeñarse por el barranco de Tigaiga, en el municipio de Los Realejos. Una escultura, ubicada en el mirador de El Lance, recuerda este acontecimiento histórico
Cuando la Corona de Castilla inició la conquista de las Canarias, Tenerife y el resto de islas del archipiélago estaban habitadas por los guanches, denominación que en un primer momento sólo hacía referencia a los habitantes de Tenerife pero que luego se generalizó a los del resto de Canarias. Los guanches de Tenerife formaban una sociedad encuadrada aún en el paleolítico aunque en su cultura podían observarse algunas características de un mayor desarrollo.
De origen probablemente bereber, los guanches estaban dedicados a la agricultura y la ganadería y habitaban en cuevas naturales. Curiosamente, parece que desconocían las artes de la navegación, lo que provocó un desarrollo aislado de cada una de las islas.
La Conquista de las Islas Canarias por la corona de Castilla duró casi cien años, de 1402 a 1496, y supuso la desaparición de gran parte de los elementos de la cultura aborigen en todas las islas. La conquista utilizó los métodos que después serían habituales en América: destrucción casi completa de la cultura local, conversión al cristianismo y mestizaje entre colonos y población local.
Como ejemplo de la actitud de los primeros visitantes a las islas están las palabras del expedicionario normando Gadifer de la Salle durante la conquista de Lanzarote: "Hemos cogido y muerto gran cantidad de ellos y hemos cogido mujeres y niños……, y la intención es, si no hallamos otro remedio, que matemos a los hombres del país….; y conservaremos a las mujeres y niños y los haremos bautizar y viviremos como ellos, hasta que Dios disponga de otra manera".
Durante la conquista, los guanches de Tenerife se opusieron con fiereza a su dominación, pero el superior poderío militar de los castellanos provocó finalmente su anexión a Castilla en el año 1496. Tras la conquista, muchos de los guanches supervivientes fueron destinados a la esclavitud y trasladados a la Península Ibérica. El resto asimiló las costumbres y la religión de los conquistadores.
La lengua que hablaban los antiguos habitantes de Tenerife desapareció poco tiempo después de la conquista de la Isla, al igual que el resto de su cultura. Hoy no es posible hablar o escribir en esta lengua, aunque perduran en el lenguaje diario algunas palabras de aquella época. Así, en Tenerife, al cabrito se le sigue llamando baifo, como hacían los guanches. Gofio (alimento a base de cereales tostados) o tabaiba (especie vegetal ) son otras palabras que han pervivido a lo largo de los siglos.



Fuentes:
Cabildo de Tenerife, www. / Wikipedia, www.
click…copia…click….pega by Enrique Castillo 2009 para su Bitácora.

LA “CUEVA DEL REY”.

La “Cueva del Rey” está situada a los pies de la gran montaña de “Guacada”, frente al que mire desde la carretera veinte o treinta pasos más adelante del corte que aquella hace a las dos Hoyas. La poseyó en sus tiempos don Eugenio Sainte Marie, con un trozo de tierra que compró a Doña Cristina Afonso.
Escribe don Eugenio:
“Y todos los Menceyes y príncipes, como sucede en la cueva de Zebensui, el hidalgo pobre, tenían a la entrada de sus habitaciones una plazuela o tagóror, como la llanura de la finca de doña Cristina Afonso que se extiende desde la hilera de palmeras al mismo pie de la cueva hasta el patio de la casa del buen vecino y honrado amigo don Manuel Ramos, conservando aún tal denominación a pesar de haber transcurrido tantos años, pasando por varias vicisitudes de poseedores del terreno, y reapareciendo siempre como punto luminoso al través de las edades con el tagoror primitivo, rodeado de grandes asientos de piedra mas o menos toscamente dispuestas y cortadas, donde se recibían las visitas hechas al príncipe, hidalgo pobre, donde pasó la escena tan conmovedora de la sorpresa de Zebensui por Bencomo, en ocasión de estarse aquel preparando un recental arrebatado a los pastores de la comarca para comérselo y de la lección tan provechosa que surtió al efecto, sirviendo igualmente el tagoror para dar las audiencias, y celebrar los consejos en que se ventilaban los graves asuntos del Estado; y retrotrayendo la historia a las edades pasadas, no parece sino que este mismo es el heroico uso que describe Homero en el tercer libro de la Odisea, cuando pinta a NÉSTOR, REY DE PILOS, sentado muy de madrugada a la puerta de su propio palacio, sobre unos poyetes de piedra blanca y lisa, en cuya especie de Tagoror (donde solían juntarse los príncipes y magnates del reino a celebrar su reuniones y administrar justicia) le encontró el joven Telémaco, hijo del prudente Ulises.”
Como es sabido, el rey Tinerfe fue el último que poseyó el gobierno de toda la isla; sus hijos lo dividieron entre ellos en sendas nuevas partes hacia finales del siglo XIV, según los historiadores, pero a tales reinos se desglosó el señorío de Punta del Hidalgo, que lo poseyó el hijo bastardo de Tinerfe llamado Aguahuco.
José de Viera y Clavijo -
“Además de los nueve hijos legítimos que dejo el gran Tinerfe, tuvo otro bastardo que se llamó Aguahuco; este no tomó para sí el título de “mencey”, como los otros, sino “archimencey”, que es decir, “el hidalgo pobre”; contentándose con un pequeño territorio, situado a la parte del norte de la isla, que todavía retiene el nombre de Punta del Hidalgo.
Zebensui su hijo, fue un bárbaro ilustre, que se llevo el heroísmo de la simple naturaleza hasta un punto excesivo. Sirvióle el valor de mejor patrimonio que el que había heredado, pues pagados los reyes sus parientes de las acciones atrevidas que ejecutaba, solían regalarlo a competencia especialmente de Beneharo el de Anaga, que apreciaba los hechos en que tenían parte la osadía. Pero los vasallos de estos mismos príncipes que le admiraban, habían concebido un odio mortal contra Zebensui, al experimentar que les tiranizaba sus familias, y les robaba sus ganados. Ya estos pobres pastores estaban cansados de murmurar en secreto de aquellas opresiones cuando penetrados de su amargura, se presentaron algunos en el Tagóror del rey Benchomo de Taoro, implorando su poderosa protección a favor de sus cabañas y sus crías. Benchomo, sintiendo estos excesos de un deudo, a quien era preciso contener sin deshonrarle, tomó una resolución, que nos pone de manifiesto su carácter, dándonos una idea de la agradable simplicidad de aquellos hombres. Cierto día muy de mañana salió de su palacio de Taoro solo y como de incógnito; y llegando a la cueva de Zebensui, le halló acabando de comer un cabritillo, que él mismo había asado por sus manos. La inopinada visita de semejante personaje no pudo menos de turbar al Hidalgo Pobre; pero se aumento su sorpresa cuando oyó de boca del “mencey” las más severas represiones sobre su violenta conducta “Yo Quebehi (respondió el hidalgo), me siento fuera de mí al ver la honra que me haces entrándote en este pobre albergue, y al oír tus reconvenciones, que no sé qué me haga. ¿Llevarás a bien que salga a buscar alguna cosa, para prepararte la comida? Benchomo, deteniéndole entonces por el brazo, y fijando en él unos ojos de fuego y de majestad, le dijo así: “Detente Zebensui, y no pienses darme de comer de lo ajeno. Ten juicio y advierte que el príncipe no puede sustentarse de la sangre de los vasallos infieles, a quien debes mirar siempre con entrañas de padre…Dame “gofio” y agua, y éste será para mi el banquete más delicioso.”



Texto extraído del libro de María Rosa Alonso.
Un Rincón Tinerfeño LA PUNTA DEL HIDALGO. II Edición año 2000. (I Edición, 1944.)
Eugenio Sainte Marie 1899.
José de Viera y Clavijo 1731-1813.

AL ENTRAR EN EL PUEBLO

Pasando Bajamar, justo en sus lindes, cuando pasamos la curva del “Melita” nos llega un aire fresco con aroma a salitre y algas en tierra, a veces fresco y otras descompuesto, olor a mar, sube desde el Paso del Guanche, El Lobo y El Arenal y nos entra con mas fuerza por las ventanillas izquierdas de nuestro coche. A nuestra derecha enormes muros, y en lo alto, paredes montañosas de escarpado relieve a modo de desfiladeros. A nuestra izquierda, siempre el mar. Lo días de mar fuerte se crea una nube de maresia que amplifica la frescura y los olores, aliñando el ambiente con sal durante el trayecto.

Pasamos “Las Barranqueras” hasta Sabanda, la finca de Peraza de Ayala y su falso castillo, un poco mas abajo de la entrada a la finca, enfrente, el monumento a Los Sabandeños y a la izquierda del castillo el barranco de Flandes.

En lo alto vemos las casas de La Hoya arriba, pasamos unas curvas y ya estamos viendo a “Cho Juan”, rodilla en el suelo observando la mar al mismo tiempo que realiza su control particular de “extranjeros” que entran al pueblo, con cara seria hace gesto por saludarnos…

La curva de Carlota, curva asamblea o de concejales. Juan Antonio “el capi”, sentado como un marqués en las sillas que están por fuera del bar, al lado de la venta de víveres, se sujeta la cara con la mano que tiene apoyada en la mesa. Enfrente, tenemos la subida a la capilla de la Virgen en la Hoya arriba.

Ya estamos en el Pueblo.

Pasamos Carlota, vemos el “Abogado” y “El Zebenzui”, Deportes Hidalgo, el supermercado Lydia para los alemanes, “El Doris” hasta llegar a la Farmacia ya en el lado derecho de la carretera. En la izquierda, en dirección a la mar la bajada hacia La Caseta, pero antes la bajada de los Toscalitos (subida cruel en días de sol) que nos conduce al Hotel Océano y al Puertito de pescadores en la Hoya Baja.

Si seguimos de frente, ya nos vamos a San Mateo, el pueblo, la iglesia, la panadería….el Homician, Los Hermanos….el cementerio….

Para,para,…..



Enrique Castillo, 2009.

LA BIBLIOTECA DEL "NAUTILUS".....

Me levanté y seguí al capitán Nemo, que abrió una doble puerta, practicada en la pared opuesta, y entramos en una sala de parecidas dimensiones a la que acabábamos de abandonar. Era una biblioteca. Los elevados armazones de palo santo, con incrustaciones de bronce, soportaban en sus anchurosos estantes gran numero de libros con encuadernación uniforme . Los estantes seguían el contorno de la pieza , terminando su parte inferior sobre amplios divanes, tapizados de cuero marrón, que ofrecían las mas confortables y armoniosas líneas. Varios pupitres articulados, que se acercaban o se alejaban a voluntad, permitían colocar a una distancia conveniente el libro que se estaba leyendo. En el centro, podía verse una amplia mesa cubierta de folletos, revistas y otros papeles, entre los que se encontraban algunos periódicos atrasados. La luz eléctrica bañaba con su diáfana claridad todo aquel armónico conjunto desde sus cuatro globos esmerilados, los cuales se hallaban medio empotrados en el artesonado del techo. No me fue posible contemplar sin admiración aquella estancia, tan ingeniosamente decorada, por lo que apenas si me atrevía a dar crédito a mis ojos.

-Capitán Nemo-le dije al anfitrión, que acababa de tumbarse en un diván, -por lo que veo, posee usted una biblioteca que, en mi opinión, es digna de cualquier palacio continental. Por lo demás quisiera decirle que me maravilla pensar en la posibilidad de seguirle a lo mas profundo de los mares………………





Texto extraído del capitulo XI –“El Nautilus” del libro de Julio Verne 20.000 Leguas de Viaje Submarino.

Ving Mille Lieues Sous les Mers. -Julio Verne.(1869)

ESTA ES NUESTRA DIRECCION, AQUI VIVIMOS.....

ESTA ES NUESTRA DIRECCION, AQUI VIVIMOS.....

Estamos en: Planeta Tierra, Océano Atlántico, Europa, España, Islas Canarias, Tenerife, La Laguna, Punta del Hidalgo.

Tenerife es una isla del Océano Atlántico perteneciente a la Comunidad Autónoma de Canarias, España.

Junto a La Palma, La Gomera y El Hierro forman la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Su mayor ciudad, Santa Cruz de Tenerife, es la capital de la isla y de la provincia homónima. Además, esta urbe es capital de la Comunidad Autónoma de Canarias conjuntamente con Las Palmas de Gran Canaria.

Tenerife, con una superficie de 2.034,38 kilómetros cuadrados, es la isla más extensa del Archipiélago Canario. Además, con 900.000 habitantes, es la isla más poblada de Canarias y de España. La segunda ciudad más poblada de la isla y tercera de Canarias es San Cristóbal de La Laguna, ciudad además Patrimonio de la Humanidad.

El término municipal de La Laguna está situado al noreste de la isla de Tenerife, en el Valle de Aguere, entre el Macizo de Anaga y el Monte de la Esperanza. Aun cuando el municipio no es de los más extensos de la isla, sí que es de los más variopintos; en su centro, en una extensa vega rodeada de montañas, se ubica la ciudad de San Cristóbal de La Laguna con un cinturón de barrios populares, entre los que destacan La Verdellada, Barrio Nuevo, San Honorato, El Coromoto, San Benito o El Bronco. Al sur, entre la ciudad y Santa Cruz de Tenerife, se encuentra la zona urbana de La Cuesta y Taco.

Al norte, la costa y la comarca agrícola de Tejina y Valle de Guerra y la turística de Bajamar y Punta del Hidalgo. Al oeste, el municipio se expande por Geneto y Los Baldíos, y se conserva en forma residencial y rústica en Guamasa y el Ortigal. Al este, el municipio se extiende por el Macizo de Anaga, donde destacan los asentamientos rurales de Las Mercedes, el Batán o Las Carboneras

En la costa norte de Tenerife, al este, en los comienzos de la cordillera de Anaga existe un pequeño pueblo de pescadores llamado Punta del Hidalgo, es una localidad con aprox. 2.800 habitantes . Perteneciente al municipio de San Cristóbal de La Laguna, es el extremo de tierra más adentrado en el mar de toda la isla.

En la época precolonial fue un señorío independiente de los demás menceyatos gobernado por Zebensuí y Aguahuco, hidalgos del mencey Tinerfe. Fue la localidad de nacimiento de Sebastián Ramos, "el puntero", exponente de la música tradicional canaria y donde se crearon Los Sabandeños. Era una localidad tradicionalmente pesquera y de agricultores pero durante el auge del turismo en Canarias, en la década de los 60, fue una de las principales zonas turísticas del norte de Tenerife.

Hasta 1850 fue un municipio independiente, fecha en que fue anexionado por San Cristóbal de La Laguna, junto con Tejina y Valle de Guerra

En la costa se sitúa un moderno faro construido en 1992. Cuenta con una iglesia, parroquia de San Mateo que destaca por su color rojo, cuyas piedras fueron extraídas de Jardina y Bajamar. También cuenta con una réplica de la Torre del Conde de San Sebastián de La Gomera y el monumento de Sabanda dedicado al grupo folclórico Los Sabandeños. Destaca también el Risco de Los Hermanos, monumento natural de La Punta donde empieza el parque rural y antiguo menceyato de Anaga.

Bien....aquí vivimos nosotros...en Punta del Hidalgo!!