Del Berge Istra al Homician.
Me pregunto..¿Qué se le pasará por la cabeza a don Imeldo cada vez que observa su balsa?
D.Imeldo Barreto León.
Como una reliquia, la conserva en su casa de Punta del Hidalgo, en Tenerife. Una balsa de fibra, de poliestireno granular, tipo “Glafi” de 1.80 x 1.80m, con una superficie útil de 1.50 x 1.50m, ya que tiene una banda de 30 cm que sobresale del fondo de la cubierta y sobrepasa la línea de flotación en 20 cm de altura como obra muerta.
Esta balsa perteneció al buque noruego BERGE ISTRA, se alojaba en el mamparo del castillo de proa.
Fabricada para casos de emergencia, y diseñada, por si algún tripulante u objeto importante del barco, accidentalmente, cayera al mar por proa. Éste debía ser el instrumento de seguridad utilizado para izarlos rápidamente a bordo y aunque no es un bote salvavidas, la balsa cuenta con dos “tambuchos” o compartimentos estancos que en su momento contenían algunos utensilios de supervivencia, unas pocas latas de agua y algunas galletas vitaminadas.
Desconozco si alguna vez se utilizó en alguna maniobra de rescate, pero Imeldo me contó que solían usarla para trabajos de mantenimiento del buque, sobre todo la habían utilizado alguna vez para pintar algunas partes del barco.
Pero, sin duda alguna, la historia más importante que tiene esta balsa, y el motivo por el cual actualmente se encuentra en el domicilio de don Imeldo Barreto León, es porque un día…hace treinta y cinco años… esta balsa le salvó la vida a él y a otro compañero en aguas del pacífico después de estar navegando a la deriva encima de ella durante 19 días, hasta ser rescatados por un pesquero japonés llamado 6 Hachi-Ho Maru.
La triste historia de el buque de carga combinada BERGE ISTRA comienza el día que desaparece en aguas del Océano Pacifico, un Martes 30 de Diciembre de 1975.
El Berge Istra era uno de los cuatro barcos “gemelos” diseñados como Ore-Oil (carga combinada de petróleo y mineral) construido en el año 1972 por unos astilleros yugoslavos para la sociedad naviera General Ore Corporation of Navigation (Liberia) filial de Sig Bergesen D.Y. Co. (Noruega).
Tenía 314 metros de eslora, 50.58 metros de manga, 26 metros de puntal y 20.41 metros de calado máximo, con 227.550 toneladas de peso muerto.
Una auténtica “mole” donde en la parte de popa se situaban el puente, sala de maquinas, oficinas y la zona de acomodo de la tripulación.
Los oficiales y el resto del personal se alojaban en la cubierta principal de popa, a babor y a estribor de la superestructura del puente, el camarote de Imeldo se encontraba a estribor.
Delante del puente, cinco bodegas numeradas de proa a popa con los números del 1 al 5, contando además con 20 tanques que portaban aceite o agua de lastre, 10 por la banda de babor y 10 por la de estribor.
Al Berge Istra lo propulsaban dos motores Burmeister & Wain de siete cilindros cada uno que generaban una potencia de 35.000 caballos.
El 9 de Diciembre de 1972 realizó su primera escala en Santa Cruz de Tenerife, repitiendo en numerosas ocasiones operaciones de suministro de combustible y avituallamiento a su paso por aguas canarias. Su última escala en Canarias fue en Las Palmas de Gran Canaria el día 6 de Noviembre de 1975 procedente del Golfo Pérsico con rumbo a Europoort en Rotterdam donde el día 13 de Noviembre volvería a zarpar rumbo a Tubarao en Brasil, cruzando el Atlántico para cargar mineral y hierro para llevar a Kimitsu en Japón en lo que sería su último viaje.
La tripulación del Berge Istra la componían 32 personas, al mando del capitán Kristoffer Hemnes , veintinueve hombres y tres mujeres.
Doce de ellos eran canarios, trece noruegos, un inglés, dos yugoslavos, un brasileño, dos belgas y una persona de nacionalidad sueca. 32 vidas a bordo.
El día 30 de Diciembre de 1975, un martes, navegaban entre las islas de Filipinas y Las Molucas, en el estrecho de Mindanao siguiendo la ruta establecida con rumbo a Japón.
El mar estaba completamente en calma, su velocidad de crucero era normal, y en los días anteriores no habían tenido ninguna novedad, calma absoluta pero mucho calor, durante esos días los marineros tenían que soportar temperaturas extremadamente elevadas.
En la tarde de aquel martes, cuatro hombres trabajaban en la cubierta de la bodega numero 1, cerca del castillo de proa, entre ellos estaba Imeldo, cuando, sobre las 16:30 horas se produce una especie de ruido, como un “bufido”, seguido de una primera explosión en la popa que estremeció al barco provocando un columna de humo negro con tono azul y llamaradas amarillas que sobrepasaban la altura del puente, dos explosiones más sacudieron al carguero.
En pocos minutos se produjo el hundimiento inmediato y la pérdida de toda la tripulación salvo dos personas. Treinta fallecidos y 188.000 toneladas de mineral de hierro de alto grado acabaron en las profundas aguas del pacífico.
Imeldo, después de la primera explosión y mientras el barco se escoraba , tras la confusión y agonía de los sucesos, reaccionó, controló como pudo el pánico, y junto a dos de los compañeros que trabajaban con él en proa corrieron y desataron las amarras de la balsa salvavidas mas próxima a ellos, segundos mas tarde les golpearon el resto de las explosiones y el buque se resquebrajó.
La fuerza del agua devoraba la popa y levantaba la proa, la escora era tan pronunciada que apenas podían mantener el equilibrio.
Imeldo resistió como pudo hasta que un golpe de mar lo arrojó al agua. La fuerza de succión del buque generó una turbulencia, conocida por los navegantes como sifón que lo arrastró muchos metros bajo el mar, pero logro salir “milagrosamente” a la superficie y nadar unos 50 metros hasta alcanzar la balsa….”su balsa”, la misma que unos minutos antes había estado desatando con sus compañeros.
Pocos minutos después, aterrado, contemplaba como el Berge Istra y sus compañeros habían desaparecido, quedaba atrás una enorme mancha negra, el mar parecía chocolate por la carga del mineral que se había esparcido. Flotaban algunos objetos de la cubierta del barco, chalecos salvavidas, algunos plásticos y maderas que salían a flote….de repente, Imeldo se dio cuenta que al lado de la balsa flotaba una persona, uno de sus compañeros…se trataba de Epifanio Perdomo. Rápidamente lo subió en la balsa y observó que estaba herido y sin conocimiento, inmediatamente lo empezó a reanimar durante unos segundos hasta que lo logró.
A partir de ese momento, Imeldo y Epifanio estaban solos, encima de una balsa de pocos metros, sin comida, ni ropa, ni agua…les esperaban los días mas amargos y duros de sus vidas, 19 días a la deriva, a la intemperie, heridos y perdidos en medio del océano.
19 días.
Epifanio tenía un golpe muy fuerte en la cabeza y heridas en ambas piernas, en la izquierda tenía un profundo corte y no paraba de sangrar. Apenas se podía mover. En el momento del accidente, llevaba puesto un mono de trabajo encima de un pantalón, una camisa con sus botones abrochados y unas botas. La brutal fuerza del agua lo dejó desnudo, con apenas una camisilla. A Imeldo le había pasado algo parecido, aunque tuvo la suerte de conservar también los pantalones.
Sin ropa para abrigarse o protegerse del sol, con unos pocos litros de agua y una docena de galletas vitaminadas, desafiaron un mar embravecido que amenazó la balsa durante buena parte de los 19 interminables días que estuvieron a la deriva. Estaban mojados y tenían que soportar la intemperie, con elevadas temperaturas por el día y un frio extremo por las noches.
La balsa había sufrido daños en el momento que cayó al agua, estaba agrietada y había perdido algunas partes, estaba llena de petróleo y manchas del mineral que aún, a día de hoy, se pueden observar.
Imeldo, señalando las grietas y los golpes que había recibido la balsa.
Imeldo, que se encontraba mas fuerte y no estaba herido era quien día y noche se encargaba de achicar el agua que les entraba por las bandas, sin descanso. Epifanio al estar herido, permaneció tumbado todo el tiempo mientras Imeldo recogía las aguas pluviales y pescaba con una “cucharilla” tipo rapala, un anzuelo y una línea que había encontrado en los tambuchos de la balsa.
Comieron pescado crudo y aunque no les gustaba, chupaban los ojos y el hígado de los peces en busca de líquido y masticaban otras partes. Los restos de las capturas los arrojaban al agua y eso terminó por atraer a los tiburones, no eran muy grandes… pero si había gran cantidad de ellos…..
Tiburones, delfines, ballenas…..y la visita inesperada de un “albatros” fueron los únicos compañeros y testigos de aquella horrible experiencia.
El accidente del Berge Istra había sido demasiado rápido, la sala del telegrafista estaba muy cerca de donde se había producido la primera explosión, es por eso que no emitió ninguna señal de auxilio antes del hundimiento.
La compañía dio la alerta cuando perdió contacto con la nave y un amplio operativo de búsqueda se desplegó en las cercanías de la isla de Borneo, última ubicación conocida del Berge Istra.
Lo buscaron durante 13 días hasta que, el 14 de enero de 1976, el cónsul de Suecia en Tenerife comunicó oficialmente a las familias que el buque se daba por desaparecido y a toda la tripulación por fallecida en el suceso.
El día 18 de Enero de 1976, sobre las 10 o las 11 de la mañana, a unas 700 millas al sur-este de la isla de Mindanao, cerca de las Islas Marshall, a unas 500 millas del lugar del hundimiento y cuando ya prácticamente habían agotado sus esperanzas de salir con vida y se encontraban a punto de morir de inanición y deshidratación…
Epifanio oyó un “chu, chu,chu,chu….” …… "¡Imeldo, un barco!"
Imeldo se puso en pie, dio un brinco y comenzó a hacer señas, mientras Epifanio le sujetaba las piernas porque estaba tan débil que apenas podía mantenerse en pie. Frente a la balsa, aparecía un enorme pesquero japonés cuya tripulación también saltaba en la cubierta, festejando que los náufragos estuvieran aun vivos.
Se trataba del pesquero japonés 6 Hachi - Ho Maru.
El barco japonés rápidamente rescató a los dos náufragos y cuando estaban ya a bordo del pesquero, el capitán del barco ordenó a los marineros soltar la balsa nuevamente al mar, Imeldo se negó y se aferró a ella limpiando con sus manos las manchas de petróleo sobre el nombre que llevaba grabado y su número de folio…
BERGE ISTRA, Monrovia.
Yo creo que en esos momentos la balsa era como su “carnet de identidad”. Imeldo se negó rotundamente a que la dejaran abandonada nuevamente en el mar, así que el capitán ordeno nuevamente que la subieran a bordo y siguieron con su faena de pesca hasta que siete días más tarde Imeldo y Epifanio por fin pudieron pisar tierra.
Varios meses después del accidente, Imeldo le pidió a su compañía que deseaba tener la balsa que le salvó la vida , la Sig Bergesen ordenó localizar la balsa y se la enviaron al muelle de Santa Cruz de Tenerife,
Después de haber dado la vuelta al mundo varias veces a bordo del Berge Istra… “la balsa de Imeldo” volvió a surcar los mares otra vez, pasando de buque en buque desde Japón hasta las Islas Canarias, esta vez para descansar para siempre en casa de Don Imeldo Barreto León, hombre de la mar, pescador y marinero superviviente del buque Berge Istra, persona a la cual tengo una profunda admiración y respeto.
Discúlpeme don Imeldo por hacerle recordar aquellos tristes momentos.
Gracias por haberme relatado su historia, gracias por haberme invitado a su casa y muchísimas gracias por compartir sus experiencias y ofrecerme su amistad.
Enrique Castillo en Punta del Hidalgo, Mayo de 2011.
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Fuentes:
- Imeldo Barreto León – Marinero Superviviente del Berge Istra.
Libros:
- La tragedia del Berge Istra, Odisea de dos tripulantes tinerfeños. José Delgado Díaz, 1998.
www:
http://en.wikipedia.org/wiki/MS_Berge_Istra
http://www.aukevisser.nl/supertankers/bulkers/id348.htm
http://www.dagbladet.no/2011/01/21/magasinet/berge_istra/berge_vanga/skipsfart/bergesen/15151445/
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1976/01/20/073.html
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1976/01/21/065.html
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1976/01/23/067.html
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1976/01/30/092.html
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http://www.laopinion.es/portada/2010/03/07/tragedia-tinerfenos-alta-mar/275272.html
http://www.eldia.es/2004-02-08/vivir/vivir9.htm